28 de noviembre de 2009

Descartando Al Principe Azul

Un príncipe azul. Un corcel blanco. Que llegue de la nada, en el instante de necesidad, y que acabe todo con un simple beso. Un chico que conoce los límites y que los respeta. Uno que sigue las reglas y esté lleno de modales y morales. Ese chico que aparece en los cuentos de hadas. Una fantasía que tiene cada niña y posiblemente que tiene muchas mujeres todavía. El chico que yo pensé que yo quería. Pero gracias a alguien me di cuenta de lo contrario. A la mierda con los corceles y las simple caras bonitas.

Hay una verdad que solo algunas aceptamos y otras niegan. Nosotras, las mujeres que decimos que queremos a este chico perfecto, muchas veces preferimos al chico malo. Sí. El chico malo. Ese que hace caras y que tiene inmoralidades que hasta personas del otro lado del mundo conoce. Aceptémoslo; la idea de tener a un príncipe azul se desvaneció el día que nos comenzó a salir granos. Queremos a un chico que sepa ser divertido, que cruce los límites. Queremos a uno que nos enseñe cosas que nuestros padres dijeron que era malo y cosas que harían a nuestras madres desmayarse. Queremos a ese chico que no sigue las reglas si no su emoción y sus creencias. Que se pare por sí mismo en una tierra de irreverencia. Un chico tan lleno de incoherencia que nos saca las carcajadas cada momento. Sí. Un chico malo. Uno que nos lleve a tomar. Uno que ya sepa todos los movimientos que de veras dan placer en la cama. No un borreguito al cual le tenemos que enseñar, ni un caballero que tenga miedo de rompernos.

Piénsenlo. Solo piénsenlo. ¿Prefieres al chico que se pone todo diplomático con alguien que te ha sido incoherente? ¿O prefieres a uno que reaccione volátilmente contra cualquiera persona que te quiera hacer daño? ¿Prefieres a un chico callado en una silla, leyendo libros o cosas por el estilo? ¿O uno que te este divirtiendo todo el tiempo posible?

La era de los príncipes azules han acabado. No es que vayamos por los patanes. Vamos por los chicos que sabemos que son buenos pero que aún así están llenos de incoherencias y tonterías. No buscamos a un chico que dependa de nada porque queremos depender de ellos. Aceptémoslo. Cuando se trata de romance, amor y placeres sexuales, preferimos al chico desbordado que daría todo de él. Al chico que no escucha a razones en momentos sentimentales. Al chico que nos enseña cosas de la vida que dijeron que era taboo. Ya no buscamos un cuento de hadas, si no una aventura sin indicaciones ni mapas.

No vamos por el príncipe azul porque queremos dejar de ser niñas. Queremos aprender cosas nuevas. Queremos arriesgarnos. Vamos por ese chico imbécil y torpe. Ese chico descarado y sinvergüenza. Ese chico que aun con todo eso, sabemos que nos quiere y nos desea. Queremos pasión de verdad; no un simple chico con cara bonita en un poni.

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